viernes, 26 de octubre de 2012

Quimioterapia (II Parte): AC

Y después del taxol llegaron las 4 de AC, como los 4 jinetes del apocalipsis. Esta es la más temida de las quimios, la de color rojo, rojo demonio, rojo sangre...jeje, yo la veía más bien como meterme un 'Bitter Kas' en vena. Es verdad que tiene mala fama, yo iba con mucho miedo, pero una vez más era peor en mi cabeza traicionera que en la realidad.

El rato que duraba el chute, a diferencia del taxol, lo llevaba bien, eran unas horas después cuando empezaba a notar los efectos. Uno de los que más temía era el de las náuseas y vomitar, cosa que llevo bastante mal y me agobiaba mucho. Otra vez más me adelanté a los acontecimientos. Antes del chute te dan una potente premedicación y después, en casa, tienes otro arsenal de medicinas para paliar estos desagradables efectos. No sé si por eso, o por la homeopatía (post que tengo pendiente), pero yo no vomité ni una sóla vez, no tuve náuseas y el mal cuerpo era soportable. La sensación que tenía era como tener el estómago lleno de un montón de céntimos oxidados, que me pesaban y me hacían tener un desagradable sabor metálico en la boca. Estaba cansada y había ciertos olores y comidas que me daban 'ascos'; el agua me sabía rara y no podía soportar el ambientandor de vainilla que tanto me gustaba. Es curioso como el cerebro hace asociaciones de estímulos, ahora ese olor ya no me gusta, incluso cuando lo huelo esa sensación metálica de estar chupando un clavo se asoma a mi paladar.

Pero el peor de los síntomas era el de la angustia de nuevo. Una angustia rara, que hacía que mi cuerpo estuviera en tensión, que el tiempo pasara despacio, y que sólo quisiera dormir para librarme de ella. Es el único de los síntomas que no he logrado controlar ni con medicación, ni con homeopatía, ni con súper fuerza mental. Esta sensación junto con el cansancio y el estómago revueltillo me duraban de 5 a 6 días. Pasada una semana estaba perfecta.

Otro de los efectos menores de la primera de AC fue que me salieron unas llaguitas en la boca, en el labio inferior. Mi hermana decía que estaba guapísima, como Angelina Jolie, y la verdad es que unos labios voluminosos no me quedaban nada mal...pero en ese momento no me hacía ninguna gracia. En una semana me desaparecieron (enjuagues con bicarbonato, ácido hialurónico y unas ampollitas de vitamina E), y en los demás chutes nunca más me volvieron a salir. Como desde que empecé el tratamiento adelgacé bastante, me dijeron que quizás por eso había llevado peor esta primera AC, para la siguiente me ajustaron la dosis a mi peso actual y la llevé un poquito mejor.

Lo que sí me ha acompañado desde que empecé todos los tratamientos han sido los sofocos. Ese subidón de calor por la espalda que llega hasta la nuca y la frente y que te hace sudar y encerderte como un Gusiluz en los momentos más inoportunos. Ufff, me entran calores de pensarlo...Es incómodo, pero te acostumbras.

El estreñimiento es otro de los efectos rollo que he sufrido. Ir al baño era todo un esfuerzo, menos los días que tenía que ir al hospital, ahí iba sin problema del 'canguelis' que me entraba!!

Salvo por la angustia rara, (que supongo que sería fruto de la sensación física de tener veneno en el cuerpo mezclada con mis pensamientos tóxicos), los demás efectos me parecieron soportables. Sin duda es la parte más coñazo del tratamiento y la que más miedo da, pero cuando estás en ella tienes que pensar que lo que vendrá después será mejor, y que estar así de puteada es sólo un efecto secundario de la 'súper fuerza' de la medicina que mata cualquier célula atontada que se haya escapado por tu cuerpo. Mi consejo es que te relajes, cuides tu alimentación (tema del próximo post) y te esfuerces por hacer cosas en cuanto pasen los primeros días chungos. Hay que confiar en los médicos y dejarse llevar, y cuidar ;)

Si estás en esta fase ánimo, empieza la cuenta atrás!

Aquí un mapa cuerpil de los efectos que tuve con la AC:


TRUQUILLOS:

1.Para sabor raro de boca: Mastica nueces o almendras, yo intentaba llevar siempre en el bolso.
2.Mal cuerpo: Comer un poquito. Aunque no tenía ganas, una vez empezaba a comer un poco se me quitaba esa sensación de estómago revuelto. A veces también chupar un hielo me aliviaba
3. Angustia vital: Hacerme una bañera calentita y ponerme música me relajaba bastante. También ayudan los pensamientos positivos, pero a eso ya dedicaré otro post
4. Sofocos: Lleva siempre un abanico en el bolso! Así evitarás las ganas de arrancarte la peluca/pañuelo para abanicarte con ella
5.Estreñimiento: Agua, fruta y legumbres. Y cuando no había más remedio tirar de 'Micralax'

viernes, 19 de octubre de 2012

Día Mundial contra el Cáncer de Mama: ¡PODEMOS!

 
La vida va a ser guay cuando hayamos llegado, habremos dejado atrás lo malo y habremos conservado muchas cosas buenas. Es una cuesta larga, pero lo importante es que estás en ella!! Si no estás autoexplórate, no faltes a ninguna revisión! Si estás empezando, coge carrerilla, para a descansar cuando lo necesites, coge aire y sigue subiendo! Tu familia, tus verdaderos amigos y tus médicos te darán el impulso que necesitas para llegar arriba, más arriba de lo que jamás has estado, y cuando llegues disfrutarás de unas vistas geniales ♥


jueves, 18 de octubre de 2012

Quimioterapia (Parte I)

Mi tratamiento comenzó con taxol semanal, durante 12 semanas. Después me darían 4 sesiones de AC cada 21 días, pero esa se merece otro post...
Recuerdo el primer día de tratamiento, fui con mi madre y mi pelo ya cortito. Me asombró la paz que reinaba en el hospital de día, señores y señoras leyendo el periódico, roncando como jabatos o trabajando con el portátil mientras se ponían su chute. No era la imagen que yo me había formado de la tan temida sala de quimio. Después del  pinchazo, analítica y consulta te sientas en uno de los 'quimiosofás' y esperas que una enfermera te traiga tu cócktel, premedicación primero y luego el tratamiento. El primer día me senté al lado de un señor, con una calva brillante, que no paraba de trabajar, voz fuerte y firme hablando por el móvil con una mano mientras con la otra manejaba el ordenador. Pensé que no tenía ninguna pinta de estar enfermo. En realidad poca gente la tenía. Ese señor debió de verme novatilla y me dijo: 'Mucho ánimo. Verás como esto tiene cosas buenas. Yo doy gracias de que me haya pasado, mi vida ahora es mejor'. He dado muchas vueltas a esa frase desde ese día, y aunque todavía no puedo aplicármela a veces la entiendo un poco.

Con el taxol casi no he tenido efectos secundarios. Tan sólo una extraña angustia vital durante la hora y media que duraba el tratamiento. El tiempo pasaba despacio, parecía que el monstruo malvado que me acompañaba desde hacía unas semanas había ralentizado el reloj para hacerme todavía más angustiosa la espera, no podía evitar mirar como caía gota a gota la medicación. Era una sensación rara que nunca había tenido, que me hacía desear arrancarme la via y salir corriendo, y que se me crisparan los nervios cada vez que sonaban los 'Piiiiiiiiiiiis', ¿por qué sonaban todos menos el mío?. Sujetaba un libro en la mano que nunca llegué a leer mientras envidiaba a la señora que roncaba. Ni lexatines, ni diazepanes ni valiums me libraron de esta angustia petarda y rara que se alojaba en alguna parte de mi cerebro a prueba de tranquilizantes. Se me pasaba tras llegar a casa y dormir un rato, por lo demás solo noté un poco de cansancio y la inevitable caída del pelo a la quinta sesión.

El taxol se puede llevar muy bien. Físicamente esas doce semanas me encontré bien, hice vida normal, no me dolía nada, no tuve náuseas, ni siquiera un poco de mal cuerpo.

Las malas jugadas de mi cabeza son otra historia...

 
En el dibujito llevo mi peluca castaña, dejé de llevar pañuelo a las sesiones después de pasar hora y media en el quimiosofá con el nudo clavándoseme en la nuca, a lo garrote vil.

lunes, 8 de octubre de 2012

Preparación para la quimioterapia: El pelo

Todas pensamos en el pelo cuando nos hablan de quimioterapia. Siempre había llevado el pelo largo, tenía melenaza y casi siempre lo llevaba recogido en una trenza. Era mi identidad, era yo. Por eso cuando supe el tratamiento que llevaría, se me hacía duro mirarme al espejo, no quería recrearme en mi imagen sabiendo que cambiaría en semanas. Para muchas otras cosas he sido cobardica, pero para esto no, antes de la primera quimio me corté la trenza, y me quité un peso de encima.

Fui a muchos sitios de pelucas, en la mayoría te aconsejan no cortarte el pelo, y raparte una vez empiece a caerse para colocarte inmediatamente después una peluca similar al pelo que tenías. Se me hacía raro, y me parecía hasta siniestro, era como ir disfradaza de mi misma en el pasado. Pero hice caso y me compré una peluca casi igualita a mi pelo, mismo color y mismo largo.

Sin embargo seguí cortándomelo. Tenía curiosidad por ver como sería mi imagen una vez terminara todo y volviera a la normalidad, para mi fue una manera de asimiliar lo que me estaba pasando, sentir que eso lo decidía yo, fue una especie de terapia y me resultó divertido. Comencé mi tratamiento con taxol semanal, fui sin trenza, y según salí de la primera quimio me metí en la pelu, corte a lo garçon, como Mia Farrow .

A la cuarta de taxol cuando se me cayó el primer pelo, mi padre me rapó la cabeza.

Ducharse con el pelo cortito es un gustazo, y ya no tengo pelos largos con pelusas por las esquinas de mi casa, ni se atascan los lavabos. Lo único malo: mi obsesión con dejar mis orejas al descubierto cuando duermo, no se me vaya a meter un bicho dentro

Después de esto, mi pelucón rubio ya no tenía sentido.  Me compré una peluca cortita y castaña , no me parecía a mi antiguo yo, pero me veía guapa y estaba cómoda. Pensé que usaría las dos, como Sarita Montiel, pero al final me he puesto la corta cuando me ha apetecido y el resto del tiempo he tirado de pañuelito.

Ahora que he terminado con la quimio vuelvo a interesarme por mi pelo. Por ahora parezco un polluelo de buitre despeluchao pero sé que dentro de poco volveré a ser como Mia ;)